Si realmente se hubiese pensado desde el principio en la recompensa, nadie hubiera hecho el evento.
Hay que seguir hasta el final, no por el premio (pues, para no variar, es ridículo), sino por el hecho de no rendirse.
Marcha atrás... sólo para coger carrerilla.
(Pensad que gracias a este evento, muchísima gente ha colaborado como si fuéramos un único gremio, y solo por eso ya merece la pena)