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CAPITULO 2 - RUMBO A LO DESCONOCIDO
Seguí a los dos soldados hacia el puerto con presteza. El puerto no estaba muy lejos de mi casa, unas cinco o seis calles por debajo, conforme me acercaba comencé a ver a la gente con caras largas, como si estuvieran preocupados por algo, la noticia habia corrido como la pólvora, lo que me hacía pensar que no sería el primer novato al que hubieran reclutado. Conforme fuimos llegando al puerto empecé a notar actividad, soldados transportando arcos y armas apilados en cajas y reclutas ayudando con los víveres para el viaje, todos parecían preocupados. Y no era dificil buscar una razón, la magia. Nada se puede comparar con luchar contra una magia oscura y desconocida, el peor miedo es aquel que no puedes ver.
En el puerto habia cuatro barcos atracados, tres de ellos eran Naos robustos de dos mastiles supuse serian los encargados del transporte de las tropas, víveres y armamento, eran los ideales para ello. El restante era un Galeón, mucho mas ancho que el resto, tenía tres mastiles y una amplia cubierta. Ambos tenian cañones a bordo y parecían claramente amenazadores, ¿Para que los necesitamos? ¿Las brujas tienen poder sobre el agua? pensé. El soldado mas adelantado se dirigió a quien parecía ser el capataz, pues no se cansaba de repartir órdenes a sus subordinados. Señalo a otro hombre de avanzada edad con aspecto recio, prominentes cejas y una larga barba con dos trenzas, por su aspecto cualquiera diría que era un pirata, pero su gorra de capitán de navío decia lo contrario, tal vez lo fué, pensé.
El capitan pronto se dio cuenta de que alguien le observaba y cruzo miradas entre el soldado y yo. Tenia una mirada profunda, tal vez ensombrecida por el bello de las cejas o por la oscuridad de la noche, parecia muy atareado e impaciente. Se dirigió directamente a mi con paso firme.
"Soy OjoGris, capitan de la Nao Tormenta, ¿tu eres?" - Inmediatamente comprendí el porqué del nombre, uno de los ojos era complementamente de un tenue gris, casi blanco, no parecía un ojo de cristal, no tenia pupila y a primera vista impresionaba, supuse que era ciego de ese ojo.
"Yassof" - respondí, su único ojo comenzo a escrudiñarme de arriba a abajo, como si buscara debilidades o secretos, parecia desconfiado. Sus ojos se detuvieron en la espada. ¿Esa espada es tuya? - preguntó. Me di cuenta de que casi todos los nuevos reclutas no traían armas. La mayoría eran panaderos, molineros o trabajaban en el campo o eran muy pequeños para comprarse su propia espada, especialmente si tenian las monedas justas para el sustento. Supuse que afirmar que soy armero lo cambiaría o al menos crearía menos expectación, aunque las dos aguilas talladas y la fina funda no parecian muy comunes.
Sí, es mía. - Le dije. Me miro a los ojos y luego miró otra vez la espada. Me pregunté si sabría algo sobre el significado de las águilas, tal vez conozca a alguien del batallon de mi padre, en cualquier caso, al capitan parecían gustarle los rompecabezas. "Ayuda a los demás a cargar el barco, no queda mucho para la medianoche y debemos apresurarnos en salir del puerto." - me dijo.
Zarpamos dos horas despues, el galeón encabezaba la marcha durante la salida del puerto, con viento a favor y si todo iva bien, llegariamos en tres días a la isla de Volkar donde se encuentraba el gran pantano que cubria casi tres cuartas partes de la extension de la isla y se afirmaba que en lo más profundo estaba el castillo donde tejía los hilos la gran bruja. Ya que no era solo la bruja la que aterrorizaba a los lugareños de las islas vecinas, se rumoreaba que habian grupos de adeptos y acólitos afines a sus planes e incluso algunos sacerdotes con habilidades mágicas. Con la creciente oleada de terror, el gobernador del Reino habia decidido enviarnos, eramos alrededor de 150 hombres y eramos la primera iniciativa, puesto que ningun otro ejercito habia cruzado jamás el angosto pantano.
Los dias siguientes no fueron nada tranquilos, el capitan OjoGris mantenía una disciplina a raja tabla. A cada tripulante se le habia asignado distintas tareas, aprovechando las virtudes de los que tenian oficio. Panaderos y carniceros eran los encargados de elaborar y repartir las dos comidas diarias, comida que a muchos no les bastaba. Los carpinteros utilizaban madera para fabricar más flechas y los armeros y herreros afilaban las espadas del almacen. Los que no tenian un oficio eran destinados a hacer guardias por turnos o a limpiar la cubierta, lo cual era una de las tareas mas duras teniendo en cuenta el intenso calor que hacia durante el día.
Mientras afilaba espadas conocí a otros dos reclutas, el primero no dejaba de mirarme la espada, creía que era un noble, pues los de clase media no llevaban espadas ostentosas con funda dorada ni aguilas talladas y lo de clase baja ni tenian espadas. Y era fácil descartar el que me la hubieran dado especialmente a mi, porque del resto de espadas que nos rodeaban en el almacen ninguna era similar a la mía. Se llamaba Ranolf y acerte en creer que no tardaría mucho en preguntarmelo. Si le digo que soy noble, le llamará la atención el que éste aqui mismo, pues los nobles suelen pagar sumas cantidades de dinero al ejercito para que sus hijos y familiares no fueran reclutados, salvo a los hijos bastardos. Y si digo que no lo soy, se interesará de la misma forma por mi espada.
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