Página 83 de 146 PrimerPrimer ... 33 73 81 82 83 84 85 93 133 ... ÚltimoÚltimo
Resultados 821 al 830 de 1452

Tema: [Concurso] Creando nuestra historia

  1. #821
    Avatar de germanvit
    Fecha de Ingreso
    11 sep, 12
    Mensajes
    129
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes dias fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos comer
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:21 Razón: Añadir todos

  2. #822
    Avatar de antonimus
    Fecha de Ingreso
    11 jul, 12
    Mensajes
    150
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes dias fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:21 Razón: Añadido comer

  3. #823

    Fecha de Ingreso
    03 jul, 12
    Mensajes
    43
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:24 Razón: Cambiado de sitio correctamente comer

  4. #824
    Avatar de jovencal
    Fecha de Ingreso
    31 may, 12
    Mensajes
    221
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:25 Razón: Cambiado de sitio correctamente comer

  5. #825

    Fecha de Ingreso
    05 jun, 12
    Mensajes
    78
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:25 Razón: Cambiado de sitio comer

  6. #826

    Fecha de Ingreso
    10 dic, 12
    Mensajes
    48
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor y
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:25 Razón: Cambiado de sitio comer

  7. #827
    Avatar de Archeus
    Fecha de Ingreso
    15 oct, 12
    Mensajes
    67
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor y pescadito
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:26 Razón: Cambiado de sitio comer

  8. #828

    Fecha de Ingreso
    05 dic, 12
    Mensajes
    107
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor y pescadito dentro
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:26 Razón: Cambiado de sitio comer

  9. #829

    Fecha de Ingreso
    22 ago, 12
    Mensajes
    1
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor y pescadito dentro, acompañada
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:27 Razón: Cambiado de sitio comer

  10. #830
    Avatar de Gatit
    Fecha de Ingreso
    20 jul, 12
    Mensajes
    50
    Mundo
    Tierras Salvajes
    Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.

    Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares

    Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.

    Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.

    Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.

    Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salio Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.

    Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.

    Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.

    Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.

    Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
    Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fué corriendo hasta Mary Canival conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vió flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaeton pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fué el general a tierras salvajes donde moraban las damas mas agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.

    Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor y pescadito dentro del horno
    Última edición por MOD_Nadia_09; 08/10/2013 a las 22:27 Razón: Cambiado de sitio comer

Permisos de Publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar su experiencia, personalizar y analizar su navegación y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias. Si sigue navegando, consideramos que acepta su uso. Para cambiar la configuración u obtener mas información consulte la Politica de cookies.