Hace mucho tiempo, no muy lejos de aquí vivía un valiente gordito dicharachero y simpático que comía muchas judías estofadas. Todos los vecinos competían por gran cantidad de monedas y oro español que importaron de settlerslandia, pero fue muy rencoroso con su vecino. Un día aciago, partió hacia algún lugar donde se cayó la luz, pero encontró una piedra.
Días después enfermó duramente en aquella primera helada otoñal y enfebrecido salió quejumbroso de su residencia flotante más grande para ir al pantano, tropezando con unas sandalias rojas gigantes llenas de una substancia viscosa que sobresalía por los más insospechados bordes deshilachados irregulares
Amaneció en la isla y el Sol mostro su máximo esplendor, quemándole sus pantalones bombachos. Provocándole una mancha grandiosa en su pierna de madera exótica.
Se puso de pie y pensó que sería mejor ir a comer en el medio del campo unas habas cocidas y unas judías verdes estofadas exquisitas con panceta bien quemada. Pero de momento nada de brebaje, sólo agua. Después pensó que exageraba y decidió invitar a sus primos a pan con chocolate. En alpargatas salieron corriendo a buscar granito hasta que le encontró tendido en el suelo. Estaba sin pulso, blanco como la nieve vilagarciana. Sin un ápice de entusiasmo para volver a Hispania con resaca mañanera.
Al amanecer le parecía haber visto un ornitorrinco volando, pero tras otro miramiento, se puso de pie para cerciorarse y a mirar el horizonte pensó que el mar era como una esponja. Entonces sacó su reloj granate de su faltriquera para mirar inquieto la hora para ir a comprar algo de pan a la panadería de Settlerlandia, allí encontró un buen y exquisito turrón de pasas con chocolate y miel que tenía en la parte superior del turrón.
Atardeciendo un buen domingo, sobre nuestras islas había trigo sembrado en hileras bien organizadas y ordenadas. Gustavo, bandido oscuro fue antaño, un marinero muy bien valorado, venerado que tenía la choza pirata junto al mar amarillo del norte, decidió pescar un rato cangrejos ermitaños pero no pudo concentrarse, entonces abandonó. Tras dejar hipopotomonstrosesquipedaliofobia, se dirigió a cazar ciervos bizcos y lentos para ir a la cueva para preparar una taza o jarra. El viejo edificio se derrumbó al llegar un soplo de aire huracanado del desierto oriental y entonces del suelo salió Víctor el terrible con un felpudo como un cajón de hierro, gritando corrió hacia la ventana corrediza para lanzarse hacia el exterior del habitáculo oculto de su oficina.
Puede ser ortopédico el bastón tallado a mano que encontró en el camino angosto de hace millones, pero no podía creer el en que allí podría pivotar la forma incomprensible dando lugar a una buena sacudida para ir bienaventurado hacia el castillo blanco hispano situado en una colina de Settlerlandia, frondosa, cuaternaria y lúgubre.
Emprendió un largo y legendario viaje a ciudad Real, provincia de una bonita región montañosa, fronteriza con bellas montañas rojas y celestiales palacios que admiraban con gran vehemencia y pasión. Aquellos lugares lejanos eran difíciles de explorar porque allí se encontraba un jabalí peludo muy peligroso y hambriento.
Cuando empezó una aventura de caballeros, se adentraba sigilosamente por una mina de oro que estaba flotando misteriosamente sobre un lago salado amarillo. Entonces un dragón rojo apareció de súbito y se puso a exhalar fuego azulado. Era fiesta de destrucción totalmente de Armagueddon y entonces apareció un gnomo travieso con un pico gigante cuando pudo ver su trasero peludo, estaba a un palmo de su cola venenosa, cuanto hombre hubiera gritado de euforia si todo fuera del mismo sentido que anunciaba la próxima batalla de proporciones descomunales contra la gran maravilla del mundo.
Avanzando hacia el chamizo destartalado vislumbró una magnífica residencia. Pikachu atacó el corral lleno de conejos rosas saltarines, una gorda liebre que comía reclutas insumisos cuando uno le atacó saltó veloz hacia la capacha negra y se acucio entre los árboles.
Antonimus era importante, pero cascarrabias y delgaducho; él feliz cantamañanas cantaba una melodía muy hermosa que engatusaba a las hadas blancas. Arpegios musicales salían de su boca que colmaba el momento de fiesta otoñal del batiscafo dorado. Pero la bruja no tenía ninguna gana de limpiar el sucio y andrajoso carromato que circulaba cargado de calabazas gigantes, así que fue corriendo hasta Mary Caníbal conocida, que siempre estaba fastidiando ha Antonimus, menudo granuja. Un día después, envió un caballo cojo, moribundo, tuerto y hecho polvo hacia cualquier lugar con valentía infinita para LO que el pensaba sería magnífico, cuando desgraciadamente vio flaquear un momento para tomar aire y pensó que seria y debía ayudarlo, pero desconocía como comer calabazas rojas, la solución soñada. La hermana Geltrudis mayor de aquel pobre tenía de necesidad ir cantando reggaetón pero cuando encontró una mejor forma de divertirse corriendo hacia Sevilla. Cuando apareció sudando un monstruo que llevaba un martillo grandiosamente hidráulico para golpear indiscriminadamente a los intrusos del castillo que estaban sentados mientras los otros optaban por salir corriendo en dirección a poniente. Bienvenido fue el general a tierras salvajes donde moraban las damas más agraciadas de las llanuras cultivadas con el sudor seco de varios mefítidos.
Los siguientes días fueron aburridos y extraños. Mejillones para todos, comer paella valenciana con amor y pescadito dentro, acompañada del horno y la sartén huevos con albóndigas caseras y zumo de uvas moscatel. Pero llegaron ellas, las teutonas hispanas animar a la gente con sus canciones largas de aguantar pero sabrooosonas y dulces. El año anterior cantó una folclórica melodía mientras todos animaban la lluvia cancionera sureña bailaban.
Entonces, sorprendentemente, allí encontraron un caldero azul putrefacto lleno de caracoles silvestres, mirando el contenido vieron algo brillante, asqueroso que estaba aterrorizando a la población. Era probable que la situación de la luna sobre el caldero reflejase su pierna menguante llena deslucida putrefacta inflamación. ¡Asqueroso! Resultando de un pasado lleno de recuerdos ociosos.
Así un colono saltarín ocioso fue hacia España con el ánimo muy alto dijo el explorador. Cuando de aquel preciso instante un anacardo apetitoso apareció detrás de un nogal y el pequeñito duende pelirrojo y gordo soltó "carambanos!!!". Tenemos que recuperar los mapas para conseguir tesoros increíbles que no existan en la isla de Pascua porque partimos veloces desde aquel lugar asombroso hasta que se mineralizó el mar. Misteriosamente se empezó a oscurecer rápidamente sin luces ni nada para proteger, entonces recordaron que era Octubre día de la conquista.
Cristobal Chafarina dijo que había una gran batalla que estaba librándose de cara al mar, zarparon dentro de una goleta centenaria hacia un desconocido lugar ignoto que estaba repleto de árboles y animales. Cuando puso un pie en el bosque tuvo fe ciega hacia el gran manantial, aguas cristalinas que poseían propiedades curativas para resucitar zombies, los monstruosos perros corrían hacia la sabana arrasando todo lo que encontró.
Transcurridos varios cientos de años volvió a la tranquilidad y armonía al pueblo perdido, aunque aburra esta, la historia. Nunca descubrió la salchicha peleona ni el origen epistemológico principal.
Cuando finalmente salió de caza un Gólem azul para buscar carnada vio algo curioso, allí entre las malezas estaba una doncella hermosa y voluptuosa. La pregunto si estaría dispuesta a poner una frutería repleta de mazorcas frescas y buena verdura. Las venderemos por monedas estrella, a jaymyto "graciosillo" y enredador respondió muchas preguntas sobre algunas curiosidades banales.
Segismundo Mechifles "Alias" patata cocida estaba con su cochinillo jugando a un partido con cerezas verdes cuadradas, cuando se tropezó con un batido de exótico, agrio y apetitoso que fluía totalmente potenciadas con lechugas de la cárcel hiperbólica, amargas, ovaladas y amarillas. Las colonas fueron feroces duelistas de las curtidas batallas imperiales, famosas infames gigantes bellas que tenían gran corazón de palomitas dulces y seductoras. Cuando una mosca revoloteaba sobre las dulces almendras recién partidas, un abejorro enorme de color fucsia iba por la campiña con el aguijón preparado para zumbarle un buen picotazo al aviador despistado.
Por Zeus! que dolor con escozor pica-pica en el camión articulado. Se armó una buena garrapatada por discrepancias de un códice negro que fue leyendo mi mascota ajetreada por una cabra mentirosa y barbuda que tenía gominolas de Coca-Cola aderezadas y caducadas, pero ricas y verdes. Cuando de pronto se fue volando rápidamente hacia Letonia por la carretera subido en el carromato lleno de gallinas ponedoras de calabazas de Letonia. Nunca antes paso en ese evento prometedor de ilusiones y esperanzas infantiles con mucha dinamita que se excomulgase cuando vaciase su bolsa llena de golosinas y judias podridas.
El día, en la mazmorra lúgubre, amaneció sin tardanza con mucha más moral de la normal cuando una mina se explotó derribando el muro exterior de la mazmorra y apareció el bondadoso y graciable asesinando a la pobre sandía en Socuellamos. Entonces vio un petardo tirado de aspecto, sucio y limpio al que habían pintado en rosa fosforito una flor marchita estaba en su cabeza apepinada como un sombrero de copa.
Otro día mas ganado, otro cuento mas fantástico explicado. Colorín colorado este cuento aun no se ha finiquitado. Entre todos fueron gorroneando Hispania